domingo, 18 de octubre de 2009

POR HABERME DICHO ADIOS...

Y mañana a trabajar.
Como cada lunes,
como cada martes,
como todos los días.
A sentarme en mi mesa
y a esperar que transcurran las horas.
Y que den las dos, para nada.
Y que den las ocho, para menos.
A escribir y hacer cosas
que no me interesan,
a dialogar con personas,
que no me importan,
a escribir y a decir cosas
que apenas comprendo.

Y otra vez por la ventana,
miraré pasar manadas de coches,
máquinas guiadas por hombres,
con muchos problemas;
hombres que no me conocen,
que no me escuchan,
que no saben que existo.

Y las dos saldré.
Y las ocho saldré.
Y volveré a hacer las mismas cosas
todos los días.

Y los árboles afuera
seguirán desnudándose poco a poco,
quedándose helados, vacíos;
como estos ojos que miran llover
y no ven la lluvia,
que miran los coches y no ven las marcas,
que miran las caras y no ven las facciones.

Y a las dos saldré.
Y a las ocho saldré.
Y no pasará nada.
Como siempre, seguirá lloviendo,
seguirán pasando coches,
seguiré escribiendo cosas
que no me interesan.

Y encenderé un cigarrillo,
y se consumirá,
y lo veré consumirse como todo:
el tiempo, la alegría,
la vanidad, la tristeza.

Y tú desde alguna parte,
me recuerdes un poco, quizá.
y quizá sientas deseos de hablar conmigo,
y tiemblen tus labios al decir mi nombre.
Pero no te atreverás a nada.

Otra vez, yo desde mi ventana,
seguiré mirando cosas,
que no alcanzo, que no entiendo;
tan absurdas como esto que nos pasa,
tan absurdas como habernos dicho adiós.

Otra vez, y como siempre... para nada.

Octubre - 1974

No hay comentarios:

Publicar un comentario