domingo, 18 de octubre de 2009

INVITANDO A UN AMIGO..


INVITANDO A UN AMIGO...




Febrero 2009


Querido Flecha:
Llevo días pensando como arrancarte de tu amado Mediterráneo, para sumergirte en los olores y sabores de mi infinito Atlántico. Y hoy por fin consigo quedar contigo en el aeropuerto de Avilés.

Tu vuelo llega a las 13 horas. tiempo suficiente para irte a buscar y llevarte a la playa de mis sueños que ahora en este tiempo ruge en espuma blanca contra su arena solitaria... Y al final, en un rincón casi escondido en el bosque te sorprende un hotelito pequeño y coqueto donde he reservado un arroz con nécoras y bogavante que seguro va a hacer las delicias de ese apetito que me acabas de confesar.
La conversación es tan amena y las viandas tan deliciosas que casi se me olvida que tengo el tiempo justo para arrancarte de la sobremesa y hacerte remontar el acantilado, para llevarte como en un sueño vegetal, entre eucaliptos, pinos y castaños por la Senda Costera...






El sendero enseguida gana altura ¡ánimo, solo son 200 metros! ¡menos mal que estás en forma! 

Parece que te falta el aliento. Pero... ah, ya veo, no es la subida...!

Tus ojos azules se han quedado enganchados en la visión verde-azul.

¿Bonito, verdad? y me dices, sí, asintiendo, pero sin dejar de mirar...

-Huele distinto y el color es como más profundo.-

-y mira tiene matices, verde esmeralda, gris plomo, azul grisáceo.-

-¡Quien fuera pintor!

 Y el bosque... llega hasta el mismo borde y se precipita como queriéndose refrescar ...-

La tarde se nos escapa acunados por el mar, tres horas y media de paseo, húmedo y hermoso, de balcón en balcón, de mirada en mirada.

-Si te das prisa, aun podemos ver la puesta de sol en el mirador del Espíritu Santo. Ah y también veremos la desembocadura del rio.-

444 peldaños después, llegamos a San Esteban de Bocamar.

-¿Hace un café, o prefieres una sidra?. He decidido que después del refrigerio, no te vas de aquí sin probar una tortilla de algas y unos orícios...-

-¡Vale, la cena promete!-

-Si pero solo la cena... ¡No te hagas ilusiones!-

Y a ambos se nos escapan a la vez unas espontaneas carcajadas...

El día siguiente amanece más oscuro, las nieblas remontan el valle sobre el río hacia el interior.

Te he invitado a dormir en mi casita y me hubiera gustado servirte el desayuno en el jardín, pero estamos aun en invierno y eso tendrá que ser para otra ocasión, así que lo haremos al arrullo de la calefacción que es menos romántico que el fuego pero mas práctico.

-Antes de que cojas el vuelo, tengo que enseñarte un valle que está aquí mismo. La prímulas ya han empezado a florecer y la belleza del rinconin te va a dejar sin aliento...-

Casi sin darnos cuenta las nieblas se han ido levantando y al llegar al valle nos sorprenden las mimosas dando pinceladas de color amarillo aquí y allá. ¡Ya huele a la promesa de la Primavera, después de un invierno tan duro como este...
Las casitas salpican las laderas entre prados y bosques y un pequeño grupo de caballos asturcones pacen no muy lejos. Te llevo dando un pequeño paseo a un viejo molino a la orilla de un arroyo, está casi mimetizado en el paisaje, cubierto de hiedras y helechos. Me dices:
-¿Todavía quedan sitios así?-

Me sonrío y te digo:
-Aquí sí, ya lo ves...-

Emprendemos el regreso al aeropuerto, es un viaje en el túnel del tiempo que apenas dura unos minutos.

-Es una pena que te tengas que ir tan pronto, pero aun nos queda tiempo para tomar un aperitivo...-

Dos besos y la promesa de volver.
Ah, se me olvidaba!-

Del maletero del coche saco una bolsa de papel

-Es un queso de La Peral y dos botellas de sidra, para que lo saborees con tu chica...-

-Menuda sorpresa! y yo no tengo nada que darte! - Me dices compungido-

¿Te parece poco? Tu visita ya es todo un regalo para mi-

-Gracias, Malu, me llevo además 24 horas atlánticas y el sabor y el olor de tus paisajes... Tenias razón.



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